sábado, 17 de junio de 2017

Empieza la función

Su predecesor en el cargo, otro fanático separatista de tomo y lomo, ya descubrió en innumerables ocasiones que mostrarse en público en lugares de Cataluña donde hubiese una concentración significativa de ciudadanos no adoctrinados por el régimen independentista iba seguido de una sonora pitada. Por esa razón Puigdemont probablemente ha evitado, como si de la peste se tratase, salir de su zona de confort. Lejos de TV3, distanciado del salón con la parroquia separatista ocupando hasta la última butaca, más acá del pueblo donde la casta independentista lo controla todo, incluso desde tiempos del anterior régimen, esta gente de la Cataluña “oficial” tiene serios problemas ante esa pluralidad ideológica y lingüística incómoda a los ojos de los guardianes de la “pàtria” que cientos de medios de comunicación, comprados por los distintos gobiernos autonómicos a golpe de subvención o propaganda institucional pagada a precio de oro, ha mantenido en una especie de clandestinidad. Pues bien, la primera vez que Puigdemont sale de su urna de fino cristal llegó ayer y fue en Badalona: el abucheo fue apoteósico y todo sucedió sin necesidad de que algún “paniaguado del régimen” regalase pitos a la entrada.