martes, 10 de septiembre de 2013

¡Vivir para oír!

En el mensaje que pronunció Artur Mas durante la inauguración del Centro Cultural del Born tuvo la ocurrencia de comparar la cadena humana proyectada para la Diada Nacional de Cataluña con la histórica y decisiva marcha liderada por Martin Luther King en favor de los derechos civiles de los afroamericanos en EE.UU. Pero tan disparatada analogía queda resquebrajada con solo comprobar el bajo porcentaje de apellidos de origen catalán en el conjunto de la sociedad catalana y, por el contrario, su altísima proporción entre los escalafones más altos de la administración pública autonómica o en el propio Parlament de Cataluña. Esta extraña particularidad, sostenida en el tiempo durante todos los gobiernos nacionalistas, deja meridianamente
claro que si los apellidos Mas, Puig, Vidal, Roca, Vila, Duran… fuesen acompañados de un determinado color, solo en contadísimas ocasiones, sería el que presentaba la piel del extraordinario activista norteamericano y pastor de la iglesia bautista. Porque la casta nacionalista que tiene por costumbre convocar este tipo de iniciativas políticas en Cataluña está subvencionada hasta límites insospechados desde el mismísimo Govern del que es máximo responsable Artur Mas y el oprimido en este rincón del planeta, desde luego, no es esta casta nacionalista sino el pueblo llano al que deja con los justitos recursos públicos para su subsistencia. Sin embargo, aquí no acaba la historia de los desafortunados discursos del President de Cataluña y mentor del nacionalismo victimista por antonomasia. Solo unas horas más tarde ha lanzado un mensaje institucional que tiene miga. En él, Artur Mas, ha puesto el énfasis en el respeto a las minorías y se ha vuelto a quedar más ancho que largo. A ese respecto, la realidad tampoco concuerda con su retórica, ya que la única minoría que se ha beneficiado durante todos los gobiernos nacionalistas es la comunidad lingüística (catalanohablante), de la que forma parte la casta mencionada en el apartado anterior, que goza en Cataluña de todos los privilegios en régimen de exclusividad. Porque la lengua propia con más hablantes entre los catalanes, el castellano, padece un arrinconamiento casi absoluto en todo el estirado ámbito público… hasta el extremo de que ni los niños menores de ocho años pueden cursar sus primeros estudios en su lengua materna como recomienda la Unesco. En resumidas cuentas, tenemos un President en Cataluña que gusta de entonar discursos para esa élite nacionalista de toda la vida que no está dispuesta a compartir nada de lo mucho que posee, sino todo lo contrario, para mayor desgracia de las capas más desfavorecidas de la sociedad.

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